Se siente bien decir "no" de vez en cuando. De alguna manera, te das cuenta de que no puedes hacerlo todo, porque simplemente es im-po-si-ble. El tiempo es limitado y las opciones infinitas. No se puede darle gusto a todos. Cuando dices que sí a todo, terminas haciendo muchísimas cosas que posiblemente ni siquiera querías hacer realmente. El resultado: una vil pérdida de tiempo. Tiempo que nunca regresará...
Por esa razón hay que elegir. Elegir qué es lo que de verdad queremos hacer. Hay que superar ese miedo a perderse de algunas cosas, porque hagas lo que hagas, eso va a pasar. Por cada elección que hagas en la vida, dejarás de lado muchas otras. Y eso es algo que le pasa a todo el mundo. La cuestión primordial e importante es decidir qué cosas estamos dispuestos a perder para vivir aquello no estamos dispuestos a perdernos. Así que hay que darnos la oportunidad de decir "no". A veces hay que ser un poco egoístas y pensar en nosotros. Decir "no" a todo aquello que lejos de beneficiar, perjudique; que lejos de disfrutar, lastime; que lejos de hacer sonreír, haga llorar; etc...
Hay que olvidar el "Ay, es que no sé decir que no". Eso no se aprende, y lo sé, cuesta trabajo, pero saber pronuciar esa palabra de dos letras, a la larga puede traernos muchos beneficios y evitarnos algunos arrepentimientos. Considero que de esta manera, un "sí" y la vida misma tendrán mucho mayor significado.
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